Como forma de entretenimiento, la taxidermia alcanzó su máxima expresión de la mano de Walter Potter. Este taxidermista gustaba de recrear escenas protagonizadas por animales que se comportaban como seres humanos, como una escuela de conejos, un partido de cricket entre cobayas o un campo de entrenamiento deportivo para sapos.
Los dioramas de Walter Potter fueron muy populares en esta época, y se conocen como un buen ejemplo de la "banalidad victoriana". A partir del siglo XX el interés por este tipo de cosas decayó. No obstante, uno de los más famosos dioramas de Potter, La Boda de los Gatitos, fue incluída en el Victoria and Albert Museum en 2001, como una muestra de la exposición "La Visión Victoriana". Potter también era conocido por coleccionar "rarezas animales" como cabras de dos cabezas o un gato con ocho patas y dos colas.
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